El Martirologio trae hoy la Memoria del papa Urbano II:
«En Roma, en la Basílica de San Pedro, Beato Urbano II, papa, que defendió la libertad de la Iglesia de las intromisiones de los laicos, combatió la simonía y la corrupción del clero, y en el Concilio de Clermont exhortó a los soldados cristianos a que liberasen, bajo el signo de la cruz, a sus hermanos cristianos oprimidos por los infieles y recuperasen el sepulcro del Señor».
Su nombre de nacimiento era Odo o Elides de Lagery. Nació en Chátillon-sur-Marne alrededor de 1042. Estudió en Reims, bajo la dirección de San Bruno, el fundador de los cartujos; en esa misma ciudad fue canónigo y archidiácono, y más tarde tomó el hábito en el monasterio de Cluny. En 1078 fue nombrado cardenal Obispo de Ostia y consejero de San Gregorio VII. El sucesor de éste, Víctor III, lo indicó en su lecho de muerte como sucesor suyo, y aunque tal nombramiento no tenía valor canónico, ejerció influencia sobre los cardenales, quienes el 12 de marzo de 1088 lo eligieron papa por aclamación. Odo tomó el nombre de Urbano II y manifestó su intención de proseguir la obra de Gregorio VII.
De su pontificado, lleno de hechos destacados, destacamos hoy -por estar representada en el vitral que ilustra esta entrada- la predicación de la Cruzada, que despertó enorme entusiasmo en toda la cristiandad y logró la reconquista de Jerusalén pocos días antes de la muerte de Urbano, en 1099.
El sitio Lujan.net nos informa acerca de los vitrales de la Basílica Nacional y, respecto del que vemos hoy, dice:
«El vitral contiene cuatro escenas que recuerdan la autoridad de los Papas. Arriba, San Pío V rezando el Rosario. Al lado, San Urbano predica la Santa Cruzada. Abajo, San Gregorio VII recibe en Canosa la sumisión de Enrique IV de Alemania. Al lado, San León detiene a Atila».
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Aunque es mencionado como santo, Urbano II es en realidad un beato, ya que su culto (que el pueblo empezó a tributarle ya desde el día de su muerte) fue confirmado por León XIII en 1881, lo que equivale a una beatificación.
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